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Cuando Venecia muestra su cara más auténtica


La verdadera Venecia, la que no está atestada de turistas y de bulliciosos vendedores, la que ofrece su mágica belleza al desnudo, con sus brumas y sus grises, solo se puede descubrir en invierno.

Es ahora cuando su ruina se hace más patente, pero ¿qué sería de Venecia sin su ruina decadente? Fachadas descoloridas, pinturas desvaídas, humedad… Pero ésta es también la ciudad de la familia Bellini, de Tiziano, de Tintoretto, de Palladio, de Sansovino, de Fortuny y de todos esos artistas geniales que han hecho que sea única, imposible de copiar.

No hay que perderse lo esencial, que está todo muy próximo: un paseo en vaporetto por el Gran Canal, la Plaza de San Marco, el Puente Rialto, la iglesia Santa Maria della Pietà, conocida como la iglesia de Vivaldi, donde se puede escuchar su música y contemplar los magníficos frescos de El Tiépolo.

Si solo hay tiempo para visitar uno de sus muchos museos ese debe ser el de la Academia. Dedicado exclusivamente a pintura veneciana desde sus orígenes al siglo XIX, contiene muchas de las obras maestras de sus grandes artistas.