Nuestros lectores viajeros

Genevieve y Eduardo (Canadá)

 “Las fotos  son del submarino Onondaga construido  en Inglaterra para la armada canadiense Estuvo en servicio durante casi veinte años. Fué llevado  a Rimouski, en la provincia canadiense de Quebec, para hacer con él un museo. Calcularon que lo colocarían donde está en tres días, y tardaron tres meses. La cosa al parecer no fue precisamente fácil. Caminar por dentro es complicado y no apto para personas altas. En la actualidad es un punto de referencia turística inevitable en esta zona. No hay turista que no se haga una foto junto a esta mole de hierro y, ya en el interior, en sus apretadas instalaciones.

Unos minutos dentro sirven para darse cuenta de lo duro que debe ser tripulante de submarinos. Claustrófobos , desde luego, abstenerse. La verdad es que es muy agobiante, los pasillos son muy estrechos y los techos muy bajos. No hay ni un centímetro desaprovechado. Eso, unido a la ida de que navega bajo el agua casi siempre, hace que los marineros y oficiales deban seguir cursos de adiestramiento psicológico para poder sobrellevar la vida a bordo. Cuesta creer que haya personas capaces de permanecer aqui, en el interior, y bajo el agua durante semanas y semanas sin volverse loco. Desde luego ser tripulante de submarinos no es algo para lo que el común de los mortales pueda servir. ”

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