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India:Objetivo, salvar al tigre

Solitario y arrogante, implacable cazador que vive para matar. Nada hay más bello en el reino animal que un tigre y nada más espectacular que contemplarlo libre en plena naturaleza salvaje. Su atractivo sólo es comparable a su enorme peligro. Las cálidas selvas de la India son consideradas en todo el mundo como el hábitat natural de este felino, el auténtico imperio del tigre de Bengala, pero ha sonado la voz de alarma: el rey de la jungla tiene un futuro incierto y lucha por sobrevivir. La acción del hombre, furtivo y asesino, puede acabar por exterminarle, convirtiéndose en mucho más cruel que el magnífico depredador rayado.

 La amplitud y diversidad del patrimonio natural de la India están a la altura de grandeza y magnificencia de su civilización. Sin lugar a ningún género de dudas, es un país privilegiado por la riqueza de su fauna.

El tigre (pantera tigris), que en otro tiempo conoció amplia difusión en un área que se extiende desde el este de Turquía hasta Siberia e Indonesia, se considera en la actualidad extinguido en muchos territorios, y en otros, su presencia ha quedado reducida a muy pocos ejemplares. El tigre de Bengala vive básicamente en la India, donde se convirtió hace siglos en un mítico símbolo nacional.

Estos hermosos animales con su típica piel dorada salpicada por rayas oscuras, llegan a medir de adultos hasta algo más de dos metros de largo y alrededor de un metro de altura, y pueden pesar doscientos kilos o más. Desde hace tiempo, el incremento de los asentamientos humanos y la caza indiscriminada han determinado el peligro de extinción de esta especie. El hábitat y el número de tigres han disminuido en un 95% respecto a fines del siglo XIX (tres de las ocho subespecies han desaparecido definitivamente).

 LA CAZA DEL TIGRE : ANTAÑO UN PASATIEMPO REAL

Durante mucho tiempo la cacería del tigre constituyó una auténtica pasión para los soberanos locales, los marahajás y nawabs. El acontecimiento era preparado con todo lujo: una inmensa caravana avanzaba con infinidad de tiendas, que mientras duraba la acampada se convertían en auténticos bungalows o  salas de un palacio provisional. Formaban parte de la expedición maestros de caza expertos en armas, cientos de elefantes engalanados para tan ostentosos eventos, además de infinidad de sirvientes y batidores especializados. Algunos príncipes participaban sólo para tranquilizar al pueblo supersticioso, convencido de que los tigres eran encarnaciones demoníacas y en otras ocasiones simplemente para contentar sus caprichosos deseos y así poder alardear de su propio poder con toda fastuosidad.

En aquellas épocas la existencia del tigre comenzó a entrar en franco declive.

La llegada del siglo XIX marcó un claro asalto contra estos seres. Sus enemigos, no fueron sólo el talado de los bosques, su último refugio, sino principalmente el fusil y el rifle, que reemplazaron al arco y la flecha, y contra los cuales poca defensa tenían. Así resultó que muchas interesantes especies fueron aniquiladas. El león indio, por citar otro ejemplo, que abundaba a fines del siglo XVIII, casi se extinguió; la cheetah pronto le siguió, y desapareció también el rinoceronte de dos cuernos de los Sunderbans. Fueron varios los animales que alcanzaron el borde de la extinción.

El desarrollo progresivo del país y la llegada del automóvil, empeoraron la situación. Los habitantes del bosque no pudieron escapar a las batidas bien organizadas, ni a los modernos rifles de alta velocidad y largo alcance.

Durante la época del Raj, la caza deportiva se intensificó, tornándose más destructiva debido a los nuevos medios de comunicación y al uso de armas más mortíferas, pero especialmente debido al afán incontenible de los cazadores británicos por capturar tan maravillosas presas y obtener valiosos trofeos.

Desde hace unas décadas, la atención pública se interesa de forma considerable por estos problemas. En 1952, el gobierno de la India creó la Junta de Protección a los Animales Salvajes. Las medidas adoptadas tomaron forma de decretos y cumplimiento de leyes de caza muy severas: declaración de animales protegidos, embargo sobre el comercio de trofeos y productos animales y, sobre todo, la creación de reservas nacionales. Estos parques de caza cumplen un papel muy positivo. En ellos los animales no sólo tienen total inmunidad contra su destrucción, sino que encuentran, además, condiciones propicias para su reproducción. En efecto, las reservas actúan como vivero en donde la vida salvaje irradia para repoblar los bosques circundantes.

En 1972, cuando se puso en marcha el “Proyecto Tigre”, las varias decenas de miles de ejemplares registrados a inicios del siglo XX habían caído hasta la exigua cifra de 1.827 ejemplares. Por ironías del destino, el proyecto fue inaugurado por el gobierno indio en colaboración con el Fondo Mundial para la Protección de la Naturaleza (abril de 1973) en el Parque Nacional que debe su nombre a Jim Corbett, un célebre cazador inglés de tigres.

Afortunadamente hoy en día existen en la India existen en la India muchas áreas protegidas, entre ellas excelentes parques nacionales. Concretamente a las nueve reservas del Proyecto Tigre se han sumado con el tiempo otras quince, con una superficie aproximada de 24.712 kilómetros cuadrados. Pero las mejoras siguen siendo insuficientes: la corrupción ampliamente extendida y el furtivismo siguen estando al servicio del comercio ilegal de huesos de tigre (muy cotizados en el mercado de la medicina tradicional, muy especialmente china). Por todo ello, el WWF proclamó en 1998 el “año del tigre”. Si las promesas hechas para la ocasión se cumplieran, este fascinante rey de la jungla vencería el peligro que corre de sobrevivir únicamente en los documentales cinematográficos.

En los inicios del siglo XXI, la suerte del tigre, uno de los animales más emblemáticos de los muchos que se hallan en peligro de extinción, pareció comenzar a cambiar. Durante una conferencia celebrada en Nueva York que reunió a gran parte de los científicos y conservacionistas que trabajan en este especie, se informó que de 5.080 ejemplares censados se había pasado a 7.436. Un incremento sustancial y esperanzador. Al respecto, Anita Neville del World Wide Fund for Nature (WWF) llegó a asegurar que la batalla estaba parcialmente ganada, no obstante cabía mostrarse cauto debido a que la situación seguía siendo preocupante. Se habían tratado los síntomas, pero la verdadera causa del problema seguía igual de vigente.

Esencialmente, la causa era y sigue siendo la caza furtiva. Muy a pesar de que es una actividad prohibida, la gran demanda que suscitan los productos derivados del organismo de los tigres impiden atajar de forma definitiva su captura.

EL GRAN FELINO AMENAZADO

Es cierto que está prohibido cazarlo y venderlo, pero existe un muy lucrativo mercado negro. Del tigre se aprovecha todo, desde la piel hasta los huesos y la principal demanda procede de los fabricantes de medicinas tradicionales chinas. Los huesos se pulverizan y se diluyen en diversos remedios ancestrales empleados para curar un variado número de enfermedades. En la isla indonesia de Sumatra, por ejemplo, llevar en la cartera un pelo del bigote de un tigre es el mejor talismán para alejar los maleficios. Los caninos del animal se engarzan en oro y después se venden como amuletos de la suerte. Las fantásticas garras, al igual que los colmillos, se utilizan para fabricar joyas que se anuncian con poderes protectores. También se utiliza la cola del tigre para tratar problemas de la piel. En China se cree que el pene del tigre estimula la virilidad de los seres humanos, tomándose diluido en tónicos con alcohol. Incluso los ojos son usados en China para tratar la epilepsia o la malaria y los sesos como revitalizante intelectual.

Lo real y tristemente cierto es que en éste país prácticamente ha desaparecido en estado salvaje. Apenas quedan una veintena de ejemplares recluidos en granjas de cría frente a los cuatro mil que existían al filo de 1950.

Las organizaciones protectoras denuncian una y otra vez el escaso interés de las autoridades chinas para terminar con este problema y afrontar soluciones. Además, según la WWF, el creciente desarrollo económico en algunas determinadas zonas de Asia ha provocado un incremento de la demanda y de los precios. De forma paralela, la llegada de más y más turistas chinos se deja notar en la venta de los clásicos souvenirs de especies en peligro. Algo que ocurre, sin ir más lejos, en la meseta tibetana, otro refugio del tigre, y que en la actualidad es atravesada por una línea de ferrocarril con el consabido deterioro del hábitat natural. Mientras en algunas culturas como la china, por citar un ejemplo, este felino está cargado de simbolismo por representar un guardián de

las montañas, en cambio en el mercado ilegal no hay quien lo proteja. El precio que se pide por un ejemplar supera en mucho los 30.000 dólares.

El mencionado auge económico de la zona unido a la creciente escasez de tigres han disparado la demanda encubierta y eleva el precio de los animales abatidos, hasta el punto de que para un furtivo, conseguir matar un tigre puede suponer un beneficio en torno a los 6.000 dólares, un interesante incentivo que para muchos supone asegurarse la supervivencia por varios años.

En varias ocasiones se ha propuesto la realización de campañas para reducir la demanda y promover el uso alternativo de medicinas occidentales o de otras procedencias, pero al parecer es muy difícil erradicar una práctica tan arraigada. 

 

EL HOMBRE ES EL MAYOR ENEMIGO DEL TIGRE

El bello felino asiático es uno de los pocos animales que incluye entre sus presas habituales al hombre. Por su parte, el ser humano siempre ha perseguido a esta fiera. Desde hace siglos y desde Occidente por su piel y como trofeo de caza. Ahora, desde Oriente, a fin de utilizar su cuerpo en la medicina tradicional china. Por ello no es de extrañar que la convivencia entre los dos seres resulte muy complicada, especialmente en las zonas rurales.

En el golfo de Bengala, en una gran zona boscosa y también pantanosa entre la India y Bangladesh, un lugar donde se calcula que viven alrededor de 250 tigres, cada año mueren como mínimo una docena de personas por ataques de este gran depredador, además de producirse otros considerables destrozos en aldeas y pueblos. No es de extrañar que con frecuencia aparezcan algunos ejemplares envenenados. A tal fin y para de algún modo reconciliar a las poblaciones cercanas, la WWF mantiene un programa de compensación de daños provocados por los tigres en torno a zonas protegidas de la India.

El gobierno indio se ve en grandes dificultades en su intento por frenar una lucha despiadada, incluso ha llegado a admitir que en las fronteras selváticas con Nepal, Bangladesh y Myanmar es relativamente fácil transportar este tipo de productos de contrabando.

Según revelan los datos de las autoridades indias, el número de tigres que reside en el subcontinente ha decrecido en los últimos años. Su preocupación se suma a la de las asociaciones de defensa de estos animales; ambas consideran que se debería hacer un gran esfuerzo para conservar esta especie. Su intranquilidad está plenamente justificada, ya que, en el último siglo, el tigre ha pasado de tener 40.000 ejemplares a los menos de 2.000 que habitan en la India de hoy.

Representantes del Gobierno ya han visitado algunos parques naturales en los que la población de tigres está especialmente amenazada, comprometiéndose a repoblarlos, aparte de aumentar el número de guardias forestales que vigilan por la seguridad de este gran felino. Otra de las propuestas del Gobierno es la de crear una reserva donde se trasladaría a los tigres de mayor edad, protegiéndolos de la caza furtiva, pero también para evitar los ataques de éstos a la población y el ganado.

“A pesar de todo hay todavía hay esperanza” -aseguró a los medios informativos Rajesh Gopal, encargado del Proyecto Tigre-. Pero no parece fácil: en los últimos años, el Gobierno ha duplicado sus esfuerzos, lanzando varios planes de protección al animal, ha establecido también nuevas reservas y en ellas un tipo de vigilantes especializados, pero el descenso drástico del número de animales no parece detenerse. La preocupación continúa. 

PARQUES NATURALES EN LA INDIA

India es el segundo país más poblado del planeta y el potencial de crecimiento que tiene el impacto ambiental es increíblemente enorme. A pesar de ello en el país existe una gran tradición militante conservacionista y ecológica. Al respecto, el gobierno indio viene potenciando sus esfuerzos para abrir muchas regiones a los turistas y así mostrar la increíble riqueza natural del país. En la actualidad India cuenta con 89 parques nacionales y 482 santuarios de vida salvaje.

La excepcionalidad de algunos de sus parques y la cantidad y diversidad de animales que se pueden observar no tiene nada que envidiar a los famosos parques africanos y son más asequibles económicamente. Viajar a la India para realizar safaris se justifica por si solo. Además el país cuenta con unos contrastes culturales, religiosos, sociales, étnicos, una riqueza arqueológica y artística excepcional, y una intensidad tal de colores, de olores y estilos de vida que permite complementar el viaje con otros aspectos que en otros países no son tan destacados.

BANDHAVGARH. En el estado de Madhya Pradesh en el centro de la India. Es un pequeño parque de 625 kilómetros cuadrados de los que el área que es posible visitar tiene unos 105 kilómetros cuadrados. Por su alta densidad de tigres, es seguramente la segunda mundial después de Kaziranga. Su vegetación es más seca que otros parques con numerosos árboles caducifolios que pierden la hoja, por lo que la jungla es menos densa y su buena gestión, le convierten actualmente es el lugar del mundo donde existen más posibilidades de ver un tigre en libertad.

KANHA. También en el estado de Madhya Pradesh en la India central. Casi dos mil kilómetros cuadrados de zona protegida. Uno de los mejores parques de Asia. Existen una considerable población de tigres (oficialmente más de 120), aunque el avistamiento de estos felinos puede ser más difícil que en Bandhavgarh, principalmente porque el bosque de sal (tipo de árboles que conforman gran parte de la superficie y de hoja perenne) es más espeso. Aseguran que Rudyard Kipling se inspiró en el parque de Kanha para escribir «El libro de la selva».

RANTHAMBORE. En el Rajasthan en el oeste de la India. Antiguo coto de caza del maharajá de Jaipur, es una pequeña pero excepcional reserva de sólo 275 kilómetros cuadrados, famosa desde la década de los 80 por el gran numero de avistamientos de tigres y los numerosos documentales fotográficos y televisivos.

En la década de los 90 sufrió el azote del furtivismo, que unido a otros males endémicos de otros parques: la ausencia de zonas tampón y la presión de la población y el ganado de alrededor del parque para beneficiarse de sus recursos, ocasionó una drástica disminución del número de ejemplares. La situación ha mejorado últimamente. Este mítico parque está muy bien comunicado y cercano a alguno de los puntos más turísticos de la India. En su interior puede contemplarse su gran riqueza de fauna, aparte de que existen lagos, ruinas de templos y una espectacular fortaleza mogol.

TADOBA. En  el estado de Maharashtra en la India central, ocupa una zona de 700 kilómetros cuadrados y alberga alrededor de una cuarentena de tigres. El bosque más seco que en otros lugares y los diferentes abrevaderos proporcionan oportunidad de ver al gran felino rayado.

A tres horas en coche desde Nagpur, en el centro geográfico de la india, está equidistante de Delhi y Mumbai, con conexión diaria por vía aérea, y con estación de ferrocarril donde paran numerosos expresos. A diferencia de la mayoría de parques, permanece abierto todo el año.

CORBETT. En el estado de Uttar Pradesh en el norte. Tiene 1318 kilómetros cuadrados y una elevada población de tigres. La espesura del bosque y la vegetación muy elevada a veces dificultan el avistamiento del tigre. Por contra la biodiversidad es muy grande destacando las manadas de elefantes salvajes, reducidas a muy pocos parques. Desde el punto de vista del paisaje es uno de los mejores.

PERIYAR. En el estado de Kerala, en el sur. Se trata de un precioso parque en torno a un lago artificial. Hay algún tigre pero verlo no es fácil. Por el contrario si se pueden ver, entre otros animales, manadas de elefantes.

La visita se hace normalmente a bordo de una embarcación. Si se viaja a este atractivo estado de Kerala, no hay que perderse una visita a Periyar. Está abierto todo el año.

KAZIRANGA. En el lejano estado de Assam en el extremo noreste del país. Otra maravilla natural, es patrimonio de la humanidad según la Unesco. Además, este pequeño parque alberga más del 60% de la población mundial del rinoceronte indio así como muchas especies inexistentes en otros lugares. Aunque no forma parte del llamado Proyecto Tigre, con alrededor de 80 animales tiene la mayor concentración mundial de tigres, si bien resulta difícil verlos por lo pantanoso de la zona.

No hay que olvidar que el tigre no suele dejarse ver con facilidad, es muy solitario y se oculta fácilmente entre la exuberante vegetación.

Existen muchos otros parques y todos ellos interesantes de visitar. Por lo general las visitas se realizan en vehículo todo terreno o bien a lomos de elefante. La mayoría permanecen cerrados por los monzones entre julio y octubre.

La India ha hecho grandes progresos en cuanto a la conservación de los animales salvajes que en ella viven y constituyen una valiosa herencia del pasado. El Gobierno es muy consciente de que el fin que se persigue es el de proteger la fauna existente, evitar la desaparición de especies que se extinguen y promover el interés general hacia el mejor conocimiento de los recursos nacionales de la vida animal.

El comercio ilegal no es un fenómeno nuevo, pero sí merece una creciente y máxima atención por parte de los organismos en defensa de la especie.

El tigre, uno de los más bellos felinos del reino animal, está en grave peligro. Aún estamos a tiempo de evitar su total extinción.

 F.Rubio Milá

 

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