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Madrid: Los misterios del Templo de Debod

Un halo de misterio envuelve a uno de los emblemas de la ciudad de Madrid. Se trata de un templo egipcio situado en los jardines que rodean la loma que ocupó el Cuartel de la Montaña, famoso por la cruenta batalla que allí se libró a principios de la Guerra Civil; un templo a cuyos muros y relieves, el célebre Jean-François Champollion –que descifró la escritura jeroglífica con ayuda de la no menos célebre piedra de Rosetta– fue a probar la validez de sus descubrimientos lingüísticos en 1829.

Quien conozca un poco Madrid sabrá ya a qué edificio monumental nos referimos: el templo de Debod, el mayor de todos los templos egipcios que hoy están fuera del país de los faraones. Éste fue donado a España por el gobierno de la República de Egipto, reconociendo así y agradeciendo la ayuda recibida para preservar una parte importantísima de su patrimonio cultural y monumental, especialmente el templo de Abu Simbel.

Originalmente, el templo nubio de Debod se levantaba en medio del desierto, sobre una pequeña meseta a dieciséis kilómetros de la ciudad de Asuán, y era el más grande de todos los que las autoridades egipcias tenían previsto donar. Bastante antes de que éstas y la UNESCO acordaran que lo recibiera España, fue desmontado piedra a piedra y llevado a una isla llamada Elefantina. Allí reposarían las piedras durante varios años hasta que les llegara la hora de ser trasladadas a Madrid. El itinerario parte de la isla Elefantina a la ciudad de Alejandría, viaje en barco por el Mediterráneo al puerto de Valencia y último trayecto por carretera en camiones a Madrid, hasta volver a erigirse en la Montaña del Príncipe Pío. Un proceso que comenzó en 1960, con el beneplácito del presidente Nasser, y culminó el 18 de julio de 1972 con la inauguración del templo por las autoridades españolas franquistas.

El embrión del templo de Debod fue mandado construir hacia el 200 a.C. por el rey meroítico Adijalamani en honor, inusualmente, de dos deidades: Amón e Isis. Esta primera construcción fue agrandada por otros reyes, ya ptolemaicos –es decir, del Egipto helenístico–, e incluso, más tarde, hicieron algunas contribuciones los emperadores romanos Octavio Augusto y Tiberio.

(Foto: Concha Pelayo)

En el solar del antiguo Cuartel de la Montaña no sólo se reubicaron los 1.724 bloques de piedra, sino que se reconstruyó el templo en su totalidad. Para preservarlo más y proteger su zona superior, la terraza fue cubierta con un techo que nunca existió con anterioridad. Los trabajos llevaron dos años, hasta 1971, aunque no se inauguró oficialmente hasta 1972. Resulta curioso que el templo de Debod fuera uno de los templos en que se celebraba un rito en honor de la victoria, ya que la fecha elegida para su inauguración fue el 18 de julio, inicio para los franquistas del llamado Alzamiento Nacional.

También encontramos en el templo de Debod signos misteriosos. En el muro exterior sur de la antigua capilla original del templo, hoy pared interior de un corredor ciego paralelo a la escalera que da acceso al piso superior, hay grabado en la piedra un extraño dibujo geométrico. Es grande, aunque su estado de conservación y la poca iluminación del corredor hacen que pase inadvertido a los visitantes. Se trata de un gran círculo en cuyo interior hay otro más pequeño. Ambos círculos, concéntricos, se hallan divididos por el corte de dos ejes de coordenadas en cuatro porciones de idéntico tamaño. Nadie sabe la fecha y el significado de este misterioso dibujo. Algunos especialistas lo han catalogado como un gnomon, que es un instrumento utilizado por los antiguos griegos –en realidad en todo el mundo helenístico, como lo fue Egipto a partir de los Tolomeos–, para medir las horas nocturnas y el paso de determinadas constelaciones por la bóveda celeste. Pero realmente nadie parece capaz de dar una respuesta satisfactoria y definitiva al enigmático grabado.

(Foto: Concha Pelayo)

Recientemente se ha emitido una nueva hipótesis, sugerida por la egiptóloga Teresa Bedman. Según ella, la figura geométrica podría ser un mapa del Cielo muy sencillo y esquemático, similar al que se halla en Dendera, grabado en el techo de la capilla sur del templo de Hator, la diosa de la fertilidad y del cielo, señora del firmamento. Además, Teresa Bedman afirma que el grabado de Debod se asemeja a la expresión geométrica del “Triángulo de Oro”, que entre otras cosas contiene el número Pi.

 

El templo de Debod no es una maravilla ni artística ni arquitectónica. Fue, sin embargo, uno de los centros de peregrinación más importantes de Egipto. La tradición nos dice que la diosa Isis, embarazada de Horus, el dios halcón, por su relación con Osiris, señor de la muerte, comenzó a sentir precisamente allí los dolores del parto. El templo disponía, además, de un lago sagrado en el que se recreaba el origen del mundo desde las aguas del caos. Algo tenía que haber en Debod, o significar, para que el mismísimo emperador Augusto lo visitara, adentrándose en una región tan desolada como el desierto nubio. Y lo más curioso de todo: la tradición egipcia cuenta cómo Imhotep, visir divinizado del faraón Zoser, recibió sus ilimitados conocimientos en Debod, por medio de un libro que vino del cielo.

Texto: David Zurdo

 

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