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Mandarin Oriental, Chaing Mai, estilo propio y alma oriental.

Chiang Mai, la denominada “rosa del norte”, la segunda ciudad más importante de Tailandia, tuvo sus orígenes en el siglo XIII y fue fundada por el rey Mengrai, quien la erigió como capital del reino independiente de Lanna Thai, el cual se extendía desde la frontera septentrional con Sukhothai hasta las provincias más meridionales de China.

Guarda infinidad de tesoros arquitectónicos y artísticos, especialmente en su núcleo más antiguo, donde las murallas llegaron a convertirla en inaccesible. Su época de mayor esplendor correspondió al siglo XV, cuando en ella se construyeron infinidad de bellos templos budistas, la mayoría de los cuales aún pueden contemplarse.

Situada a orillas del río Ping y en un ancho valle rodeado de colinas boscosas, un encantador mosaico de arrozales y orquídeas, pequeñas aldeas y rincones que conservan vestigios de un extraordinario valor, toda la ciudad ofrece un sosegado aspecto que nada tiene que ver con la locura que a diario suele vivirse  en la agitada Bangkok.

Chiang Mai está dividida en dos partes bien diferenciadas. La moderna y cosmopolita, por definirla de alguna forma, con mayor densidad de población, donde los edificios religiosos son menos numerosos, están los mejores hoteles y algunos barrios distinguidos y, por otra parte, el sector más antiguo, amurallado y rodeado por un foso, lugar donde se ubican el Palacio Real, los templos de mayor relieve y las que fueran residencias de nobles y gente con elevado poder de influencia.

En su original perímetro urbano se hallan numerosos templos budistas y monumentos que atestiguan su glorioso pasado. Dos enclaves de interés son el Wat Phrathat Doi Suthep, un templo situado en lo más alto de una montaña y el Phuping Palace, la residencia de verano de la familia real.

La visita al Wat Suan Dok o templo del jardín de las flores, con un chedi en torno al cual existen varias tumbas y diferentes edificaciones que conservan los restos de la familia real de Chiang Mai, sirve a manera de prólogo antes de acceder al núcleo arquitectónico en el que destacan el Wat Phra Sing. uno de los santuarios más importantes de la ciudad, junto al Wat Pan Tao, el templo construido en honor del rey Mengrai, así como el Puak Hong con su característico chedi en forma de pirámide.

Deambular sin prisa por el interior del recinto amurallado significa tener la oportunidad de admirar de cerca los edificios más primitivos, los cuales constituyen el auténtico origen de esta Chiang Mai sorprendente.

Durante la visita realizada al sector más antiguo de la ciudad, posiblemente lo que más llama la atención es el abigarramiento decorativo existente en todos y cada uno de los templos y edificaciones notables, los estilos desarrollados tanto en las tallas de madera como en los dinteles de las puertas, ventanas, aleros, columnas, relieves e incrustaciones. Sin olvidar los muy complicados diseños en esmalte negro y dorado, las figuras mitológicas y los murales con temas religiosos o profanos, la mayoría debidos a la utilización de técnicas aportadas por artistas y maestros birmanos. En el norte de Tailandia la influencia birmana se hace mucho más patente que en el sur.

Conocer Chiang Mai supone, asimismo, tener la oportunidad de acercarse hasta los criaderos de orquídeas o los campos de trabajo para elefantes de Chiang Dao, sin embargo, para poder llegar hasta los recónditos poblados de nativos hay que internarse en la jungla, bordear las montañas que son las últimas estribaciones de la cordillera del Himalaya e iniciar una ruta a través de los más insólitos paisajes.

Si la estancia en Chiang Mai coincide con las celebraciones del año lunar tailandés (en el mes de abril), el viajero puede ser “víctima” del Songkran. Lo de ser víctima, por supuesto, desde una vertiente simpática y festiva. Vivir esta fiesta es tanto como verse sometido a una constante purificación a base de agua pues la misma se convierte en la auténtica protagonista en cualquier parte. Resulta del todo imposible permanecer en la ciudad cuando llega el Songkran y no participar. Las calles abarrotadas de gentes se convierten en una auténtica batalla campal bajo el agua, por fortuna refrescante dadas las fuertes temperaturas reinantes y, como es lógico prever, el extranjero suele ser un objetivo claro, el blanco perfecto de cubos y mangueras.

Aunque no existe certeza al respecto, lanzarse agua durante la fiesta del Songkran, según parece, podría proceder de la antigua costumbre de verter agua perfumada sobre las imágenes de Buda y los ancianos en señal de respeto y admiración.

Una tradicional y suculenta cena al estilo khantok es la mejor forma de concluir la estancia en Chiang Mai. Sentados en el suelo, entre almohadones y en torno a una pequeña mesa lacada, saborear infinidad de diminutos platos con alas de pollo, salchichas un tanto especiales, verduras con infinidad de sabores, el muy popular arroz “pegajoso” y un amplísimo surtido de salsas, así como frutas variadas y licores de hierbas como punto final, resultan toda una delicia.

 MANDARIN ORIENTAL DHARA DEVI – CHIANG MAI

 Cada uno de los hoteles y complejos hoteleros del Grupo Mandarin Oriental ha sido creado con un individualismo que refleja el carácter de su ubicación. No obstante, el servicio cordial y la refinada elegancia que ofrecen a todos sus huéspedes permanecen inalterables en cualquiera de los hoteles de todo el mundo.
Los interiores combinan el diseño contemporáneo con sutiles detalles de estilo oriental, además de incorporar la tecnología más avanzada; los restaurantes han obtenido galardones gastronómicos en todo el mundo y los spas holísticos son líderes en bienestar moderno.

También descubrirá el viajero que siempre se hallan situados en el mejor emplazamiento de cada ciudad. El Grupo Mandarin Oriental espera tener pronto la oportunidad de darle la bienvenida en algún lugar del globo.

 El hotel Mandarin Oriental Dhara Dhevi está situado en las estribaciones del norte de Tailandia, en el corazón de la ciudad de Chiang Mai, y ocupa una extensión natural de 24 hectáreas. Ofrece el único complejo hotelero en el que poder disfrutar de uno de los spas más bellos del mundo y estar rodeado a la vez de arrozales y el rico patrimonio del reino de Lanna.

Toda la pequeña ciudad de Chiang Mai está dedicada a proteger la cultura del norte de Tailandia, incluidas las colecciones de arte y las actividades culturales. El diseño de todas las villas de madera de teca, suites coloniales y residencias palaciegas representa la historia arquitectónica de la región. Asimismo, los diez restaurantes y bares destacan por su entorno propio, como el aclamado restaurante tailandés, Le Grand Lanna, ubicado entre tamarindos, o el famoso restaurante mediterráneo, Akaligo.

El corazón del complejo hotelero es el spa Dheva, que ofrece una amplia gama de tratamientos holísticos en un entorno extraordinario. Pueden disfrutarse las terapias durante unas horas de relajación o como parte de un retiro curativo. Además, cuenta con una aclamada suite ayurvédica y clases magistrales de yoga.

Todas las instalaciones son amplias, con dos piscinas ajardinadas, canchas de tenis, escuela de cocina, biblioteca, centro cultural y espacios para reuniones y eventos para que cualquier ocasión, independientemente de su tamaño, sea extraordinaria.

Abierta al mundo occidental, moderna y cosmopolita, aunque sin por ello dejar a un lado sus ritos y costumbres más ancestrales, Tailandia ofrece una imagen de sensualidad y un ambiente que siempre rezuma un extraño misticismo que fascina al visitante.

Mandarin Oriental Chiang Mai es, sin lugar a dudas, un auténtico oasis de lujo y placer, un punto de cita capaz de convertir la estancia en este país en una experiencia inolvidable.

 F.Rubio Milá

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