Nuestros lectores viajeros

Máximo Pradera, escritor, periodista, presentador, y más cosas.

En Roma. Nuestro personaje aparece en la foto, a la izquierda disfrutando del paisaje..

Inteligente, rápido, sagaz, crítico, culto – de casta le viene al galgo- de humor ácido y punzante, le escuchamos en RNE en el programa de Juan Ramón Lucas. Amado por unos y odiado 0or otros, su trabajo nunca pasa inadvertido. Sus experiencias viajeras, seguro que nos dan pistas interesantes.

1.- ¿Cuál es su idea de paraíso para pasar unas vacaciones?

Me agotan los paraísos convencionales, los de anuncio de agencia de viajes. Eso de llegar a una playa paradisíaca, tumbarme en una hamaca frente a un mar azul turquesa con un mojito en la mano y una mulata en la otra me da para dos días. Al tercero necesito hacer cosas. Y esas cosas tienen que ver con conocer el lugar en el que estoy. Dicen que para conocer cómo es un país, hay que visitar tres lugares: el mercado, la estación del ferrocarril y el estadio del deporte nacional.

2.- ¿Adonde iría ahora mismo si pudiera, y por qué?

A San Petersburgo. Es una ciudad que no conozco ¡y está tan cargada de historia y de lugares que visitar! He sabido hace poco que Miguel Hernández estuvo allí (en representación del Gobierno de la República) en el año 1937. La URSS le dejó tan impactado que a la vuelta escribió “El hombre acecha”.

Máximo Pradera en Nueva York.

3.- ¿A qué lugar no volvería nunca, y por qué?

A Tanzania. Una cosa es el subdesarrollo y otra muy distinta el inframundo. En Tanzania hay demasiada pobreza y no me gusta sentirme culpable en vacaciones.

4.- En vacaciones ¿qué es lo que más le apetece hacer?

Conocer a fondo el lugar en el que estoy. Odio volver de vacaciones y que los amigos me martiricen con preguntas del tipo “¿Pero cómo? ¿No estuviste en tal sitio? ¡No tienes perdón de dios!”

"Haciendo amigos"

5.- ¿Lugar ideal para pasar un fin de semana?

En mi casa, en la cama. Es un “vicio” que heredé de mi abuelo, Rafael Sánchez Mazas, que prácticamente vivía en la cama. A pesar de eso, fue capaz de escribir buenas novelas, como “La vida nueva de Pedrito de Andía”.

6.- ¿Cuál es su mejor recuerdo de unas vacaciones?

El viaje que hice con mi padre, Javier Pradera, a París a los quince años. Él y yo, mano a mano. Recuerdo que, el primer día, salimos del hotel al atardecer y vimos cómo se encendía el alumbrado público en los Campos Elíseos. Se creó el efecto Magritte (ver cuadro “El imperio de las luces”) y nos quedamos extasiados. Mi padre exclamó con una mezcla de arrobo y envidia–: “¡Estos hijos de puta tienen la ciudad más bonita del mundo!”.

7.- ¿…Y el peor?

Un verano en Menorca  en el que alquilé una casa sin verla y me salió rana. Sobre todo por el olor, que era como a gimnasio barato y no  había manera de eliminarlo.

8.- ¿Qué es lo que siempre se lleva de viaje, eso que le resulta de todo punto imprescindible?

El iPhone. Allí llevo la música que necesito para esperar sin estresarme (en los aeropuertos, en las colas de los museos), el gps para orientarme y la cámara de fotos. Un “tres en uno” insustituible.

9.- ¿Qué es lo que más echa de menos cuando está fuera de casa?

El ordenador de sobremesa. Soy muy adicto al Mac y estar lejos de él más de 48 horas seguidas me produce ansiedad. Lo mismo que una madre con un hijo.

10.- ¿Cual es su Parador favorito?

El de los Reyes Católicos, en Santiago de Compostela.

 

Al menos en esta ocasió pudo estirar los pies gracia a estar sentado en la salida de emergencia. Algo es algo.

11.- ¿Qué es lo que más odia de los viajes?

Los aeropuertos y los viajes en avión en general. Se tarda más a veces en ir de la terminal a la cabecera de pista que en el viaje en sí. ¿Y todos esos controles obsesivos de la policía? Varias veces he estado a punto de quedarme en calzoncillos, delante de la guardia civil, por tener que quitarme el cinturón para pasarlo por el escáner.

 

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