Reportajes

Serengeti, safari en el África ecuatorial

Horizontes ilimitados, llanuras ennegrecidas por millares de animales y salpicadas con árboles dispersos, manchas amorfas y casi inmóviles en el paisaje, configuran un escenario singular en el que presas y depredadores conviven en perfecto equilibrio a lo largo y ancho de la gran planicie del Serengeti. Una auténtica maravilla de la naturaleza.

En el corazón de África, a lo largo y ancho de la inmensidad de la sabana, mientras los animales salvajes viven en absoluta libertad, la presencia del ser humano parece como si apenas tuviera sentido.

Decir Serengeti es tanto como hablar de una gran llanura sin fin repleta de vida animal. Es el gran sueño africano.

Más allá del inmenso cráter del Ngorongoro y en ruta hacia el noroeste, tras bordear las paredes escarpadas del barranco de Olduvai, donde el profesor Leakey realizando unas excavaciones encontró en 1959 el cráneo de un hombre prehistórico (1.750.000 de años, según los expertos), el paisaje experimenta una radical transformación y de los tupidos bosques y la selva húmeda envuelta en neblina (muy semejante a la del Ruwenzori y los Virunga en Uganda, el hábitat de los gorilas de montaña), se accede a una zona seca, abierta, diáfana e inmensamente grande. Ante la vista del atónito viajero surge de improviso la sabana del Serengeti.

Limitado al norte por la frontera keniata y la reserva de Masai Mara, los llanos de Ndabaka al oeste, por la zona volcánica de la Gran Falla al este y el lago Ndoto y las densas florestas del Eyasi en su confín meridional, el Serengeti es la región de las grandes manadas de animales, la inmensa pradera que soporta la mayor densidad de fauna de todo el planeta y uno de los últimos reductos donde viven en completa libertad infinidad de especies.

Su ecosistema de clima tropical se caracteriza por estar capacitado para soportar elevados periodos de sequía. Es la tierra de las solitarias acacias, los gigantescos baobabs, los abundantes termiteros, la sabana cuyo suelo retumba bajo los galopantes cascos de cebras, ñus y antílopes, los cuales al desaparecer los pastos, emprenden un largo y angustioso camino hasta Mara en Kenya  para iniciar el regreso después de la época de lluvias y cuando la planicie rebosa un exuberante verdor. Las grandes migraciones de herbívoros constituyen, sin duda, un fenómeno tan espectacular como natural y salvaje.

Las únicas barreras son los ríos Mara y Grumeti, así como sus afluentes Sand y Bologonja, donde los grandes cocodrilos les aguardan para hacerse con los más débiles, aquellos que se hallan faltos de fuerza y coraje para rebasar las orillas, desafiar las corrientes y los inmensos peligros.

A través de los senderos no puede avanzarse a gran velocidad, más bien todo lo contrario, máxime considerando que resulta frecuente encontrarse con infinidad de animales a los que observar con detenimiento. Permanecer en el Serengeti es tanto como asomarse a la naturaleza y contemplar el mundo animal, escuchando los latidos de África.

Sin establecer un campamento base, tan sólo manteniendo Seronera, en el corazón del parque, como punto de referencia, durante varios días puede recorrerse la sabana desde Sametu y Lemuta hasta los llanos de Ndoho y por el sur bordeando la reserva de Maswa, completando unas jornadas en verdad muy interesantes por lo que en ellas se puede vivir. Un cúmulo de experiencias inolvidables.

Los parques nacionales se han convertido en el principal punto de atracción del turismo y con ello de una buena fuente de divisas. Kenya y Tanzania son, muy posiblemente, los países más evolucionados y estables en materia de conservación de la naturaleza y hay que confiar en que los jóvenes estados africanos imiten su política en este apartado, manteniendo la lucha abierta contra el cáncer que suponen los furtivos y de esta forma preservar para la humanidad estos reductos salvajes y completamente vírgenes.

 

EL MARAVILLOSO MUNDO ANIMAL

Si bien la mayoría de grandes ungulados están profusamente representados en el interior de la sabana, no lo es menos el número de sus directos rivales, poderosos carnívoros como el león, leopardo, guepardo y un tropel de cazadores solitarios que merodean por cualquier rincón por más inhóspito que este sea y dispuestos a aprovechar cualquier descuido de sus víctimas.

Las leonas con sus crías descansan durante el día a su cobijo, pero siempre existe un miembro de la manada que vigila y permanece atento, con el oído y el olfato bien atentos a cualquier movimiento a su alrededor. Al atardecer son los leopardos quienes recostados parecen sestear, pero son capaces de reaccionar en  breves instantes frente a la posibilidad de hacerse con una presa, a la vez que buitres, marabúes y otros carroñeros aguardan expectantes al posible festín. Por su parte, los guepardos, son los grandes atletas, los más rápidos de la sabana, por ello no dudan en salir veloces en desenfrenada carrera tras cualquier antílope para darle caza.

Y mientras elefantes, rinocerontes, hipopótamos y búfalos, los grandes colosos, son quizás los menos habituales dado que, lamentablemente la caza furtiva ha hecho auténticos estragos en los últimos años, parecen retozar indiferentes sin importarles cuanto sucede a su alrededor y como buenos conocedores del respeto que impone su presencia, no muy lejos de ellos, lagartos y toda clase de reptiles toman el sol sobre los kopjes, rocas graníticas desmoronadas por la erosión… Es la ley de vida que a diario se repite una y mil veces a lo largo y ancho de la llanura sin fin del Serengeti.

El pueblo masai ya criaba a sus animales en estas planicies sin fin dos siglos antes de la llegada de los primeros exploradores europeos. Fue el explorador y geógrafo alemán Dr. Oscar Baumann quien llegó a la región en 1892 y aseguran que mató tres rinocerontes durante su estancia en los alrededores del cráter del Ngorongoro.

Más tarde, el primer británico en llegar al Serengeti fue Stewart Edgard White, quien comenzó sus exploraciones al norte del Serengeti en 1913. Volvió a la región años después y acampó cerca de Seronera durante varios meses. Durante este tiempo, él y los miembros de su equipo mataron gran cantidad de leones. Debido a esta caza desmesurada, en 1921 los británicos decidieron crear una reserva parcial de caza de 800 acres (unos 3,2 kilómetros cuadrados) en la región y establecer una más completa al filo de 1929. Estas reservas fueron la base para la creación del Parque Nacional del Serengeti que fue establecido en 1951.

Posteriormente, el Serengeti adquirió fama internacional después del trabajo realizado sobre este microcosmos por Bernhard Grzimek y su hijo Michael en la década de los años cincuenta. La riqueza y continuidad de los datos recogidos por ellos permitieron construir un modelo real de sabana.

En la actualidad, Serengeti es el más antiguo parque nacional de Tanzania y la principal atracción turística del país, siendo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981.

 

LA AVENTURA DEL SAFARI FOTOGRÁFICO

En la mayoría de los safaris ordinarios, no se concede demasiada importancia a las peculiaridades del paisaje, de suerte que el interés de los turistas se desplaza demasiado de forma unilateral hacia fotografiar animales salvajes y de gran tamaño. Sin embargo, solamente el experimentar la armonía del clima, la riqueza hídrica, formas del suelo, vegetación y fauna, puede producir la imagen inolvidable del paisaje tropical africano cuya multiplicidad resulta evidente. Se hace una diferencia entre reservas de animales salvajes y parques nacionales. Dado que la mayoría de ellas no están cercadas, los animales salvajes cambian de una frontera a  otra con relativa frecuencia. Con ello también resulta cierto que se facilita la caza furtiva dado que, la gran extensión de los parques en comparación con el escaso número de personal de que se dispone, dificulta la vigilancia.

Tanzania, al igual que Kenya, se ha convertido en las últimas décadas en un auténtico paraíso del safari fotográfico, uno de los lugares más idóneos de África para disfrutar de unas vacaciones en estrecho contacto con la naturaleza.

La estancia en confortables bungalows, y el hecho de que, por lo general, las expediciones se realicen en grupos organizados a los que se garantiza de antemano el contemplar a toda la fauna en libertad o bien atravesar algún poblado de nativos, acaso pueda desmitificar el auténtico embrujo de este país, pero nada hay más lejos de la realidad. Un safari puede ser una aventura más o menos controlada y sin riesgos de ningún tipo, no obstante, en el continente africano hay que concederle siempre un margen a lo imprevisible y son precisamente los imponderables los que resultan un verdadero atractivo para el viajero ávido de sensaciones que pretende sorprender con su tele-objetivo la veloz carrera de un guepardo tras su presa, manadas de elefantes bañándose en un río, jirafas, ñus o cebras atravesando la sabana o quizá extasiarse en la contemplación de un grupo de leones desperezándose a la sombra de una acacia, tras un suculento festín.

Lo cierto es que África continúa encerrando miles de secretos que para los seres humanos siempre resultarán inexpugnables.

Asomarse a la gran sabana del Serengeti y extasiarse en su contemplación, supone ser testigo excepcional del gran espectáculo de la naturaleza salvaje en completa libertad.

 

F.Rubio Milá

SERENGETI SERENA SAFARI LODGE

Desde sus instalaciones de lujo pueden observarse extraordinarias panorámicas del Serengeti, disfrutando de una fusión de arquitectura tradicional africana y del estilo más moderno y confortable, no en balde han sido galardonados con numerosos premios por parte de la prensa especializada y los expertos en turismo internacional.

Situado a 335 kilómetros de Arusha, no existe ningún tipo de problema en el desplazamiento a través de la sabana hasta llegar al Serengeti Serena Safari Lodge, dado que supone, además, una experiencia inolvidable.

Si la llegada es en avión, existe una pista adyacente a las instalaciones, desde donde el viajero es transferido a los servicios propios del lodge.

Entre estos servicios destacan sus habitaciones con balcones privados, desde los cuales pueden presenciarse interesantes panorámicas de la vida animal en el parque, aparte de existir terraza enmaderada, jardines privados, pequeños campamentos individuales, comedor abovedado, piscina, barbacoa, zona de picnic, centro comercial y tiendas de regalos, aparte de centro de conferencias.

Al margen de estos servicios del lodge, se organizan a diario y hasta el atardecer safaris a través de la sabana. Por supuesto, más que recomendable no separarse de los prismáticos y de los equipos fotográficos dotados de teleobjetivo para contemplar en acción a toda la fauna del parque. Elefantes, leones, búfalos, leopardos, rinocerontes… están poco menos que garantizados en la aventura fotográfica.

El Serengeti Serena Safari Lodge supone, sin lugar a dudas, disfrutar de todo el lujo y confort en pleno corazón del África Ecuatorial.

 

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