El vuelo de Barajas al Aeropuerto de Schiphol dura 2 horas y 30 minutos. Al llegar puedes coger un tren que en 20 minutos te deja en Central Station (Amsterdam). ¡La ciudad es tuya, disfrútala! Al no ser grande, en 3-4 días puedes recorrerla y ver los puntos de interés más importantes. Yo he repetido. Y he vuelto a repetir; difícil resistirme al encanto que emana, a la magia, a sus peculiares paisajes de canales, casitas «amontonadas» y minúsculas tiendas perfectas, tan perfectas que parecen sacadas de un cuento. Impera el orden, la limpieza y la tranquilidad. Y si puedes acudir en fechas navideñas, quedarás atrapado por su embrujo. ¿Te animas? Hay vuelos muy baratos y para el alojamiento, nada mejor que un acogedor Bed & Breakfast. ¡Yo para el año que viene me apunto! Me declaro «culpable»: estoy enganchada a Amsterdam.
«Fui una vez en agosto. Pensé: «Qué bonita tiene que ser esta ciudad en invierno, en Navidad». Volví 4 meses después y, efectivamente, quedé fascinada. Este año no me ha quedado otro remedio que repetir; su encanto me atrapa. Estamos en «La ciudad de la libertad», «La ciudad de las bicis», «…la de los canales».
Estamos en Amsterdam.
Es una ciudad pequeña: poco más de 700.000 habitantes. Aquí la gente es muy civilizada y ecológica: la mayoría se mueve en bicicleta. ¡Las hay por todas partes! Los turistas no estamos acostumbrados y corremos el riesgo de provocar algún accidente, pues constantemente olvidamos el carril bici, incluso en las aceras. Los timbres de las bicicletas nos sobresaltan cada poco. El otro medio de transporte es el tranvía, las diferentes líneas recorren rápidamente la ciudad de punta a punta.
La casa de Ana Frank. Visita obligada; todos conocemos la historia de Ana y su diario. La pequeña judía que vivió 2 años confinada en casa con su familia cuando en 1936 las tropas de Hitler invadieron Amsterdam. Visita claustrofóbica y conmovedora.
En las paredes del cuarto de la niña vemos fotos de paisajes que ella misma pegaba como modo de sentirse «en contacto» con el mundo exterior. Y la claraboya desde donde miraba el cielo por la noche. Una estantería giratoria era la entrada a las empinadas escaleras que llevaban a la casa-refugio. Al acabar la visita, unas pantallas nos muestran al padre Otto Frank, único superviviente de la familia en el campo de concentración, explicando cómo murieron allí su mujer e hijas, y qué le llevó a publicar el diario de Ana.
La casa Rembrandt. Fascinante. Visita también obligada.
Entraremos en el salón donde Rembrandt recibía sus visitas, el estudio donde pintaba, la cocina… y veremos las curiosas camas donde dormían él y su mujer (y tras el fallecimiento de ésta, su amante): unas diminutas camas dentro de armarios.
Con un pequeño «teléfono» en mano que nos proporcionan a la entrada vamos escuchando en nuestro idioma las explicaciones pertinentes.
Es una visita amena, el tiempo pasa volando, ya que la casa no es grande. Abre a las 10:00 horas y a las 10:30 podemos presenciar «in situ» una demostración de las tres técnicas que utilizaba el famoso pintor holandés.
Barrio Rojo. El archiconocido barrio libertino: Museo de la Marihuana, sexshops, espectáculos eróticos en vivo y las prostitutas tras los escaparates.
Es un barrio tranquilo, en general toda la ciudad lo es, los turistas pasean tranquilamente y hacen fotos, si bien es aconsejable respetar a las chicas: no les gustan los objetivos.
Plaza Dam. La gran plaza del centro neurálgico. Entre Singel Street y el Barrio Rojo, nos encontramos un gran centro comercial, el Magna Plaza, y a continuación Dam Square: majestuosa, llena de vida.
Músicos callejeros, cómicos, incluso un maravilloso trío de Gospel. También podemos ver el célebre museo de cera Madame Tussaud, por si queremos impresionar a nuestros amigos a la vuelta del viaje enseñándoles nuestras fotos al lado de Robert De Niro o el mismísimo Obama.
Las casas de Amsterdam. Es lo primero que llama la atención al pisar la ciudad y será una constante en nuestros paseos. Estrechas y preciosas casas con un encanto difícil de describir. Dicha estrechez tiene su explicación: antiguamente se pagaban impuestos según lo que la fachada de la casa ocupaba, aunque luego tenían mucha profundidad.
Aquí se encuentra la casa más estrecha del mundo: sólo 2 metros. Resulta curioso ver que la mayoría están inclinadas, como encajadas unas en otras, parece que se sujetasen entre sí: esto se debe a que Amsterdam es una ciudad construida sobre el agua, lo que provoca muchos pequeños movimientos en las construcciones que con el paso de los años presentan el aspecto «torcido» tan característico.
También llamativas las casas-barco: casas flotantes con todas las comodidades que puede ofrecer cualquier vivienda.
Paseo en barco por los canales. Por un precio asequible, no nos podemos perder esta excursión. Los barcos salen de diferentes puntos de esta ciudad atravesada por un sinfín de canales.
Durante una hora nos explicarán la historia de la ciudad, su presente y curiosidades.¡Ten la cámara siempre a punto!
El mercado de las flores. Colores, alegría, olores… un festival para los sentidos. Podemos encontrar todo tipo de flores, bulbos, semillas… y los famosos tulipanes holandeses, por supuesto. Merece la pena ir aunque no compremos nada, sólo por el espectáculo que supone este mercado que abre cada día.
También encontramos varias tiendas de souvenirs donde comprar desde los famosos imanes de casas típicas a zuecos-zapatillas calentitos y cómodos. También al lado tenemos la tienda de la Navidad: bienvenidos a este pequeño entorno mágico.
Carruseles que giran, patinadores que dan vueltas, nieve cayendo en una diminuta estación de esquí… ¡esta tienda dedicada a la Navidad abre 365 al año!
Invierno en Amsterdam. Es mi época favorita para visitar la ciudad. A veces no es fácil combatir el frío debido a la humedad que generan los canales, pero compensa el encanto de la ciudad con creces.
Las luces se apoderan de Amsterdam, pequeñas casetas de madera donde tomar un chocolate caliente, muérdagos y decoración en cada esquina y, como no, pistas para patinar sobre hielo al aire libre. ¿Te apuntas?
Comer en Amsterdam. Como ciudad cosmopolita que es, posee una gran variedad. Desde los socorridos «fast-food» a pizzerías o restaurantes argentinos. Para todos los bolsillos. Llegando al Barrio Rojo hay varios bufets orientales donde comer abundante y a buen precio.
Ciudad de las librtades. Es sabido que en Amsterdam son legales de las llamadas «drogas blandas», ciertos tipos de Cannabis, si bien sólo es legal fumar este tipo de sustancias en los llamados «Coffee-shops».
Es llamativo encontrarte mientras paseas con tiendas que venden con total naturalidad, aparte de hierbas, hongos y algún que otro tipo más de estupefaciente.
La marihuana está muy presente en Amsterdam: galletas, caramelos, ceniceros, pipas de agua, bebidas… se aconseja prudencia: acceso muy fácil pero no apto para todos.
Foto 35 – Tienda de quesos holandeses
Foto 36 – Tienda con encanto
Foto 37 – ¡¡¡HASTA PRONTO, AMSTERDAM!!!