Reportajes

Panamá City y el Canal de Gamboa

Lo primero que destaca en Panamá City es su impresionante línea del horizonte. Un skyline majestuoso y eterno absolutamente inesperado en pleno Caribe. A su lado la bahía, azul y tranquila, perfecta para dejarse fotografiar. Y de la mano, la llamada Cinta Costera, un paseo de más de tres kilómetros inaugurado el 20 de Junio de 2009, un más que recomendable recorrido que arranca en el Mercado del Marisco y termina en la Avenida de Balboa. A la mitad del camino se yergue el monumento a Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Mar del Sur, el Océano Pacífico.

Muy cerca se presenta colorista el casco antiguo de la ciudad, colonial y definitivamente exótico a ojos de un occidental. Entre sus plazas floreadas y sus balcones de madera se adivina el fluir de los años, una historia que nos remonta a los tiempos del mítico pirata inglés, el Capitán Morgan, y que habla a gritos de su pasado mestizo dónde brilla el carácter parlanchín de sus moradores, siempre prestos a la sonrisa y la charla fácil. Aquí encontraremos, aguadores, pequeñas tiendas dónde comprar todo lo concebible y por supuesto los conocidos sombreros Panamá. Los amantes de la artesanía también están de enhorabuena: nos esperan un montón de tiendas dónde rubricar físicamente nuestros recuerdos.

Lo segundo que atrapa nuestra atención es el mítico Canal, una de las obras de ingeniería más ambiciosas y útiles del mundo. Visitar el Centro Miraflores es una experiencia única y tomarse un café observando cómo los gigantes barcos cargueros hacen cola para pasar del Atlántico al Pacífico una visión inolvidable.

Pero la ciudad de Panamá es además, uno de los mejores lugares de Latinoamérica para disfrutar de la vida y todas sus noches. Abierta y alegre cuenta con una extensa oferta de restaurantes y locales de ocio dónde mezclarse y disfrutar de un ronsito mientras el fragante aire caribeño acaricia nuestros deseos más ocultos.

Penísula de Gamboa

Hacer una excursión desde Panamá City al Parque Nacional de Gamboa es una buena idea. A nuestro cerebro le gusta el contraste y la selvática vegetación del parque resalta salvaje frente a los prodigios arquitectónicos de la urbe.

No hay que perderse la excursión en mini-teleférico por su bosque tropical, una visita guiada donde aprenderemos in situ las particularidades animales y naturales de la zona, ni tampoco las vistas del Canal desde la Torre de observación. Es el punto más estrecho de un canal de 80 kilómetros de largo y merece la pena subir hasta allí.

Después podemos dar un paseo en lancha para ver cocodrilos, monos y un montón de animales tropicales.

Como colofón podemos comer en la terraza de su restaurante. Un oasis blanco dónde el agua y el trópico nos transportarán a otros estilos de vida.

Por María Bayón

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