Reportajes

Sicilia: La aventura de Vivir

¿Cuántas Sicilias hay? Cada uno nos forjamos en la mente nuestra Sicilia personal y particular. Mi Sicilia, antes de que la conociera, estaba forjada de lecturas maravillosas, a cargo de autores tan admirados como Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Leonardo Sciascia, Vittorini, Pirandello y otros. Pero mientras el avión se acercaba a Catania la lectura de un diario italiano me devolvía a la triste realidad de la “Crónica de Sucesos” y a los muertos cotidianos en circunstancias misteriosas por ajuste de cuentas… En esta isla al parecer llevan ajustando cuentas desde hace siglos. Dicen que la culpa la tiene la miseria, pero resulta difícil encontrar miseria en esta isla. La miseria se la fueron llevando los que emigraron, especialmente a América del Norte. Otros aseguran que la culpa de todo la tiene el sol, un sol violento que suscita pasiones violentas, porque la sangre lleva siglos calentándose. Sicilia tierra de leyendas, de “vendettas”, tierra que añoraba Don Corleone ,el inolvidable personaje que encarnara Marlon Brando en “El Padrino”, al socaire de una preciosa balada siciliana que el ya desaparecido compositor Nino Rota transcribiera a la banda sonora del film, también utilizada en la tercera parte del film, como homenaje y “leiv motiv”.

 CATANIA Y ETNA

 Sicilia es ante todo y sobretodo, el Etna, el famoso volcán que cuando se enfada hace temblar a todos los cataseneses. Cuando el avión se dispone, a aterrizar en Catania hay buena visibilidad, su visión es impresionante. Acercarse a su cráter es una de las excursiones obligadas desde Catania, por supuesto. Pero antes es muy recomendable la visita de la ciudad que vio nacer al gran Bellini, siempre recordado en esta isla con los “spaghetti a la Norma” y sus operas, tradicionalmente representadas, como es lógico en el precioso teatro Massimo Bellini, inaugurado en mayo de 1890, con “Norma” precisamente. En la plaza Stesicoro se yergue un gran monumento dedicado al compositor, pero el símbolo de la ciudad es otro monumento mas singular, el elefante de lava –en dialecto lo llaman “liotru”- que adorna la fuente realizada por Vaccarini, en 1735.

Subir a la cima del Etna o mejor dicho, a sus aledaños, es una de las cosas más impresionantes que ofrece la visita a Sicilia. El coche va abandonando las huertas cultivadas y adentrándose  en un paisaje lunar, de ensueño, que en un día de niebla, lo convierte en fantasmal. Recordaba a Sciascia que escribió: “El Etna es como un inmenso gato domestico que descansa y ronronea pacíficamente, y de vez en cuando se despierta, se mueve y con perezosa lentitud se estira y con una distraída pata, cubre un valle, otra después borra del mapa pueblos, viñedos, jardines….”. Pero nadie sabe cuando va a despertar de nuevo.

De todos modos, avisa siempre con temblores, sacudidas y terremotos previos. Es uno de los mayores del mundo y el más alto de Europa, con sus 3340 metros de altura. Han sido muchísimas las erupciones que han provocado el volcán y las mas terribles de su historia fueron las de 1669 y la de 1693, que destruyo toda la Sicilia sudoriental.

Mas recientemente en 1923, los vulcanólogos recuerdan que la lava arrojada permaneció caliente durante año y medio. Desde 1940 se han registrado erupciones y todos recordamos, porque la televisión fue muy generosa con las imágenes, la última erupción arrojó millones de metros cúbicos de lava. En el restaurante –mesón que todos los turistas invariablemente utilizamos para almorzar- venden unas tarjetas postales recordando cómo era el edificio antes de que la lava se lo llevase por delante. Miles de árboles quedaron reducidos a cenizas, al igual que muchos chalets, hotelitos y la estación de funivia, que nuevamente ha sido reconstruida. Tras el ultimo desastre se habló de adoptar medidas, pero….¿qué medidas? Algunos hablaron de construir una especie de canales, para la lava, pero resulta siempre imprevisible saber por donde surgirá la erupción y por qué parte de las laderas descenderá. Es una cuestión del azar, una especie de lotería trágica. Al pueblo que le toca, le toca…

Y es una lástima porque los pueblos que surgen en torno al Etna son una maravilla: Miserbianco, Paterno, Adrano, Bronte, Mascali, Randazzo, Giarre, Acireale…Este ultimo esta ya en la costa, junto a otro pueblecito maravilloso Acitrezza, inmortalizado por una novela y una película. La novela es del gran Verga. “I Malavoglia” y el film del gran Luchino Visconti. “La terra trema”, uno de los títulos claves en la historia del neorrealismo cinematográfico. Merece la pena detenerse una hora en este pueblecito, saliéndonos por unos momentos de la carretera que de Catania conduce a uno de los lugres más hermosos y famosos de Sicilia: Taormina.

 Taormina: El paisaje como escenario

 Resulta muy difícil, creo que imposible, encontrar en el mundo un teatro, como el Teatro Griego de Taormina, que ofrezca un escenario de fondo, tan hermoso como el que muestra este el de Taormina.

Sentados en el anfiteatro, el escenario presenta una gran grieta en el centro de más de 10 metros de ancho, provocada al parecer por acciones bélicas, pero en su reconstrucción se dejo abierto el sugestivo boquete que deja entrever el magnifico panorama construido por la bahía de Naxos y el Etna. El Teatro de Taormina es, por su tamaño, es el segundo de Sicilia, después del de Siracusa. Durante muchos años, se discutió si era de origen griego o romano. Hoy día no hay más discusión. Es griego, pero agrandado posteriormente por los romanos, que emplearon decenas de años. Se calcula que tuvieron que remover cien mil metros cúbicos de tierra. Pero Taormina es mucho más que el Teatro Griego. Está también el Odeon Romano, el Palacio Corvaja, cuyo núcleo principal es una torre en forma de cubo, construida por los árabes. El ala derecha del palacio fue construida en los inicios del siglo XV para albergar al Parlamento siciliano. La primera reunión tuvo lugar en 1411, y la presidió la Reina Blanca de Navarra, regenta del reino de Sicilia. Es por este motivo, precisamente que al Palacio Corvaja se le denomina también, Palacio del Parlamento o de la Reina Blanca de Navarra. Taormina fue siempre fiel a los aragoneses que sin embargo, cuando ya se puede hablar de españoles, en varias ocasiones las vendieron.

Los franceses la ocuparon en 1675 y más tarde volvería a ser española bajo el reinado de Felipe V. En 1734 los Borbones dominan Taormina, pero desde 1861, con la unificación, Taormina no ha dejado de ser italiana.

También en Taormina se encuentra uno de los hoteles más famosos de Sicilia. El hotel San Domenico, antiguo convento de los dominicos. El fascinante claustro y el esplendido parque se asoma al mar con el Etna a la derecha, constituyen la zona más atractiva y mágica del hotel. A partir de los años treinta, el hotel se ha agrandado y ha recibido a huéspedes notorios, ilustres y famosos.

 SIRACUSA: La gran metrópolis

 Desde Taormina, dejando a un lado Catania, se llega muy pronto, bajando hacia el sur,  a Siracusa, la gran metrópolis del antiguo Mediterráneo, una de las metas clásicas de Sicilia.

La visita a Siracusa bien merece dos jornadas o en todo caso una, pero bien definida en su trayectoria. Si examinamos un plano de la ciudad enseguida nos encontramos que hay una especie de istmo, sino que se trata de la isla de Ortigia, unida a tierra firme por un puente. Tiene dos puertos ubicados en puntos esplendidos y acogen en la plaza Pancali, las ruinas del Templo de Apolo; luego esta la Plaza de Arquímedes, dedicada a una de las figuras mas insignes de la ciudad; la Vía Minerva y la preciosa Plaza de Duomo rodeada de soberbios edificios. En cualquiera que entremos descubriremos un precioso “cortile” (patio), especialmente en el Palazzo Vermexio. Y destacando sobre todos, la catedral de estilo barroco, erigida el siglo VII sobre el antiguo templo de Atenas, del cual todavía se conservan los capiteles dóricos, parte de las columnas y el arquitrabe a lo largo del lado derecho exterior. Por la Via Picherali, con preciosos edificios, pronto se sale al lugar más romántico de toda la Siracusa: La Fuente Aretusa, cantada por Píndaro y Virgilio. Es una fuente de agua dulce y dice una leyenda que el agua viene de tierras griegas. Según el mito, la ninfa Aretusa para huir del río Alfeo, se arrojó al mar y apareció en forma de fuente. Alfeo, corriendo bajo el mar, la alcanzó y mezcló sus aguas con las suyas. En el estanque crecen los papiros, utilizado por los egipcios para sus manuscritos. Si se dispone de tiempo es muy recomendable la visita del Museo Arqueológico Nacional, uno de los mas importantes de Italia en su genero.

El escritor francés Guy de Maupassant se enamoró de la Venus Anadiomene, que se exhibe en el mismo y que constituye un símbolo de esta capital de la magna Grecia. Es una estatua de la época romana, siglo I después de Cristo.

La  parte moderna de Siracusa no tiene interés alguno, pero la segunda jornada ha de estar dedicada forzosamente al parque Arqueológico de la Neapoli, con el Anfiteatro Romano y el esplendido Teatro Griego, el mayor monumento de este tipo, excavado en plena roca y que tenía una capacidad para quince mil espectadores. En la actualidad se llevan a cabo en el mismo, representaciones de teatro clásico y por el que desfilan grandes figuras de la escena italiana.

Pero lo más espectacular de todo, lo constituye la visita de la famosa gruta artificial, denominada “Oreja de Dionisio”. Es celebre por su increíble acústica. Se cuenta que el tirano Dionisio escuchaba desde el punto más alto de la cueva todo lo que hablaba en susurros los prisioneros y esclavos. Los guías se encargan siempre de mostrar esta causticidad y algunos lo llevan tan a lo vivo, que obligan al visitante a cantar bajito “Funiculi, funicula”, entre otras canciones napolitanas.

 

Un viaje exhaustivo por tierras de Sicilia ha de incluir Ragusa, pero si falta tiempo, hay que enfilar directamente hacia Agrigento, con dos paradas muy diversas pero interesantes.

Si se dispone de tiempo, el camino es muy agradable a través de un verde paisaje de colinas, que desdice mucho esa idea que nos hacen forjar ciertas películas   “mafiosas” de una Sicilia de terreno rocoso y desértico que ciertamente también  existe y nos conduce al Lago de Pergusa, donde la leyenda dice que Proserpina fue raptada; a Enna (no confundir con el volcán Etna con “t”) a la que llama “el balcón de Sicilia” por su ubicación en un alto con bellísima panorámica y su esplendida catedral; a Caltanissetta antes de llegar finalmente a Agrigento, otra de las maravillas de la isla. 

 AGRIGENTO: la ciudad del “almendro en flor”

 Los árabes la llamaron “Girgenti” y anteriormente se llamó “Akragas”, pero fueron los griegos los que le confirieron el esplendor  que le dio fama en el mundo entero. Hoy día, muestra al turista esa maravilla llamada “el valle de los Templos”, periodo que en escasos kilómetros cuadrados encierra uno de los tesoros más hermosos que la civilización griega produjera en su periodo de máximo esplendor, en el siglo V antes de J.C.

De todos ellos, quizás el mas famoso, el símbolo del Valle sea el llamado “Templo de la Concordia” un ejemplo de refinamiento por la perfección de sus estructuras. Esta considerada la mejor construcción sacra existente en el mundo por su belleza y aspecto imponente. Los restantes templos están dedicados más en aras de la fantasía que del rigor científico, a la diosa Juno, mujer de Júpiter; al mítico Hércules, el de los doce trabajos o fatigas, a Castor y Pólux; a Júpiter que quedo inconcluso. Luego están el pequeño templo de Esculapio, la tumba de Terone, el de Hera Lacinia…Todos ellos forman un conjunto esplendido que por la noche, cuando los iluminan parece emerger de la oscuridad como joyas de sorprendente belleza a la par que misteriosas.

Y antes de subir a la otra Agrigento, a la que se ve allí arriba, en la colina, con su centro histórico, permítanme  que les aconseje una breve escapada, de  unos escasísimos kilómetros, tres  a lo sumo, camino del mar, a una pequeña casita, en un lugar llamado Caos. Aquí nació el 28 de junio de 1867, el gran dramaturgo y Premio Nobel, Luigi Pirandello, el autor de “Seis personajes en busca de un autor” y tantos otros famosos títulos, universalmente conocidos. Nació aquí porque la familia huía de una epidemia de cólera. Y cuando murió pidió que sus cenizas fueran esparcidas al viento. No respetaron su deseo, y encerradas en una urna de plomo, se conservan bajo un gran pino y dentro de una gran piedra blanca.

Camino de Palermo, la carretera nos conducirá a un pueblo llamado Racamulto. Aquí reposan los restos de otro gran escritor siciliano, que denunció como pocos la situación y problemática sicilianas, Leonardo Sciascia fallecido el 20 de noviembre de 1989, en Palermo.

Y de Racamulto a Palermo, otros dos pueblos de nombre ahora emblemático jalonan la ruta, Prizzi y Corleone. Pero hay otra ruta mas larga y quizás mas obligada, la que bordea la costa, y que conduce a Selinunte, otro centro arqueológico de gran interés; Marsala, famoso por su vino y porque en la misma desembarcaron Garibaldi y sus mil camisas rojas, y Trapani. Cerca de Trapani. Segesta y Erice, este ultimo un maravilloso pueblo medieval donde sus callejuelas conservan todo el sabor de los siglos.

 PALERMO: la belleza y la decadencia

 La tercera entrega de la saga de “El Padrino”, rodada en Palermo nos mostraba el rostro un tanto patibulario de una mafia que no perdonaba a nuestro “héroe” personificado por Al Pacino, y que sufría un atentado en las escaleras del maravilloso Teatro Massimo. Si, todo es verdad, puede ser verdad. La mafia, los atentados, el teatro… pero no por ello deja de existir la belleza de una ciudad, que se debate entre el temor y el horror. Pero Palermo sigue viva, porque aquí más que en ninguna otra parte del mundo, existe la pasión de vivir. Y se vive al día, por lo que pudiera ocurrir. Toda una filosofía. Y dicho esto, visitemos, la ciudad, que no tiene desperdicio.

Se puede empezar por arriba, desde el Monte Pellegrino, ese gran montículo que domina la urbe y en el que se halla enclavado el Santuario de Santa Rosalía, patrona de la ciudad el 4 de septiembre celebran los palermitanos la festividad y desde el que se divisa la imborrable visón de la” Conca de Oro” que asombró a Goethe, y lo plasmó en su maravilloso libro “Viaje en Sicilia”, quizás la primera guía turística seria de la isla. Palermo ofrece facetas muy heterogéneas. Hay un atractivo itinerario normando, que incluye su Palacio Real con la Capilla Palatina; la Catedral y la Iglesia de la Martorana. El llamado “Itinerario Barroco” es español por excelencia y nos habla de una época fastuosa, vivida bajo el dominio de los reyes aragoneses primeramente y españoles después. Hay también un “Itinerario Neoclásico”, con edificaciones erigidas tras el Seiscientos. A mencionar y visitar también el famoso Parque de La Favorita que alberga el popular “Palacete Chino”.

Y, por supuesto, no se debe abandonar Palermo ni Sicilia, sin acercarse a dos lugares maravillosos: Monreale con su famosa catedral, tan solo a diecisiete kilómetros de la capital. El claustro es una maravilla al igual que el interior de la catedral, obra maestra del arte siciliano en el periodo normando. Las paredes están recubiertas de un  dorado manto de mosaicos.

El otro lugar es Cefalú, un pueblo situado en la costa, que tiene una preciosa catedral Normanda.

Y si el viaje por toda la isla se ha realizado en coche y no hay que tomar avión alguno ni en Palermo ni en Catania, el viaje de Palermo a Messina, nos permitirá conocer esta última ciudad. Tras soportar la destrucción total con el terremoto de 1909 y los bombardeos aliados, durante la II Guerra Mundial, Messina ofrece el atractivo de su Catedral con su famoso reloj animado del campanario y la Iglesia de la Anunziata  de los Catalanes. Delante de la iglesia la estatua de Don Juan de Austria, que antes de dirigirse a Lepanto para cubrirse de gloria, recaló aquí con su gran armada.

 JM Alonso Ibarrola

  

Etiquetas:, , ,